Historia de Milán
Milán fue controlada por celtas, romanos, godos, lombardos, españoles y austríacos antes de se convertir en centro industrial, financiero y comercial de Italia y, junto con París, capital de la moda y del diseño mundial,
Los comienzos
La ciudad de Milán fue fundada hacia el año 400 a.C. por los galos Insubros, una tribu celta que habitaba el norte del río Po.
En el 196 a.C. fue ocupada por los romanos que la denominaron Mediolanun por su estratégica posición geográfica, en medio de importantes rutas comerciales y bien situada para luchar contra la amenaza germánica.
Desde ella Roma ejerció el control sobre la Galia Cisalpina. El emperador Augusto la hizo capital de la región de Transpadania.
Hacia el siglo III se convirtió en la capital de la diócesis de la Italia anonaria (la que pagaba impuestos) y la capital pasó de Roma a Milán para reforzar la zona norte amenazada por los bárbaros del Danubio y los Alpes. La misma presión de los bárbaros hizo que Honorio III llevase la capital a Rávena en perjuicio de Milán.
En el 313 se promulgó el Edicto de Milán, por el que el emperador Constantino el Grande legalizó el cristianismo. En el año 374 fue nombrado Obispo de Milán San Ambrosio, uno de los padres de la Iglesia y patrón de la ciudad. Durante su arzobispado y por breve tiempo Milán se convirtió en capital del Imperio Romano de Occidente.
En el año 452 fue saqueada por los Hunos.
De la Alta Edad Media al Milanesado
En el 493 los ostrogodos mandados por Teodorico dominaron Italia, bajo la soberanía teórica de Constantinopla (actual Estambul). Milán pasó a una posición secundaria siendo eclipsada por Pavía, la nueva capital de la Lombardía.
En el 539 fue saqueada por los ostrogodos y conquistada en el año 569, dominando Milán hasta la llegada de Carlomagno.
Durante el imperio carolingio, del 774 al 962, los árabes controlaron el Mediterráneo y Milán se benefició del crecimiento del comercio entre oriente y occidente a través del Adriático. Milán volvió a ser de nuevo la capital de Italia.
La época de la Italia imperial, del 962 al 1266, que se inició con la llegada al poder del germánico Otón I, se caracterizó por la lucha entre el poder civil y el religioso. Hacia el siglo XI, el gobierno pasó del Conde al Arzobispo y con el Obispo Ariberto la iglesia milanesa llegó a gozar del poder más absoluto.
Milán se convirtió, desde Otón I a Napoleón, en lugar de coronación de muchos de los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, que desearon ceñirse la corona de hierro de los reyes lombardos.
En el siglo XI Milán fue desgarrada por las luchas intestinas entre señores, caballeros y burgueses, los cuales se unieron para aplastar a los “pátaros”, un movimiento popular decepcionado por la renuncia del emperador Enrique III a su política reformista y su acercamiento al alto clero milanés.
La burguesía milanesa que elegía a los cónsules cada año consiguió que éstos, ayudados por el Consejo de la Credenza, se convirtieran en Consejeros del Obispo con la finalidad de prescindir del poder eclesial (finales del s. XII).
En el siglo XII Milán era un gran centro pañero con miles de trabajadores y con una inmensa riqueza. En esa época se fundaron las corporaciones y en 1198 la poderosa “Credenza di Sant´ Ambrogio”.
En 1162 fue arrasada por Federico I Barbarroja que se aprovechó de las luchas internas y de las luchas contra las provincias limítrofes para imponer su soberanía en Milán. Con la ayuda de la Liga Lombarda Milán se rebeló contra el emperador y, tras la Paz de Costanza, volvió a recuperar sus privilegios.
Las luchas contra Federico I no paralizaron las luchas intestinas. En el siglo XIII, la familia Torriani, güelfos y amigos de la burguesía, llegan al poder imponiéndose a la familia Visconti, gibelinos y jefes de la aristocracia.
Los Visconti desbancaron a los Torriani cuando Mateo I, capitán del pueblo, se convirtió en vicario imperial (1311). En 1317 se convirtió en señor general de Milán y su poder se extendió por todo el norte de Italia.
Siglos XIV al XVIII. El Milanesado
El Ducado de Milán, también denominado Milanesado, era una región de Milán que adquirió una gran importancia política y económica. Fue la gran potencia del norte de Italia durante la Edad Media.
El dominio de Milán se extendió bajo el gobierno de Juan Galeazzo Visconti (1385) con la anexión de Verona, Vicenza, Padua, Pisa, Perusa y Bolonia.
El Milanesado comienza en 1395 cuando el emperador Wenceslao concedió el título de Duque de Milán a Juan Galezzo Visconti. En 1397 le concedió también el de duque de Lombardía.
Cuando la dinastía Visconti se extingue, en 1447, Milán pasa a ser una República hasta 1450 en que otra saga familiar, los Sforza, sucede a los Visconti. En ese año es proclamado duque de Milán el condotiero Francisco Sforza, casado con una hija del último Visconti.
En 1499 Milán fue conquistada por Luis XII de Francia, hijo del duque de Orleans que era legítimo heredero del ducado. El dominio francés se mantuvo con intermitencias hasta 1529, año en que se produce la renuncia francesa al ducado de Milán y la restitución de nuevo de los Sforza hasta 1535.
En 1535, cuando Francisco II Sforza muere sin herederos, el Milanesado se incorpora al Imperio Español, aunque se suceden varias guerras entre Francia y España por la anexión del ducado. Incorporado definitivamente al Imperio, en 1540 fue cedido por Carlos V como feudo a su hijo Felipe II.
De 1540 a 1713 los reyes de España fueron también Duques del Milanesado. Durante 170 años los españoles dominaron el Ducado y Milán pasó a ser una capital más de provincia.
La riqueza que favoreció la expansión milanesa vino de la irrigación de las tierras del Po, de la apertura del túnel de San Gotardo, del comercio de la lana, de la seda, de la acuñación de monedas de oro y de una potente industria de armas. Milán llegó a tener 100.000 habitantes en el siglo XIV, alcanzando 200.000 a finales del XV.
Milán, capital del ducado del Milanesado, llegó a su esplendor cultural y artístico con Ludovico Moro (1494-1499), y por su corte pasaron Bramante y Leonardo da Vinci.
Otra familia de gran recuerdo en Milán fueron los Borromeo, en particular Federico Borromeo (1564-1631), Arzobispo de Milán y fundador de la Biblioteca Ambrosiana.
En 1713, por el Tratado de Utrecht, España cedió el Milanesado a Austria, aunque intentó recuperarlo veinte años después. Los austriacos iniciaron numerosas reformas que transformaron completamente la ciudad, tras años de descuido español.
En 1797 las tropas napoleónicas entran en Milán, convirtiéndola en ese año en capital de la Republica Cisalpina.
El siglo XIX
De 1799 a 1802 el poder pasa otra vez a manos de los Habsburgo, hasta que en 1802 vuelve Napoleón como presidente de la República de Italia y en 1805 se autoproclama primer rey de Italia.
El Congreso de Viena de 1815 restauró de nuevo a los austriacos en el poder y Milán se convirtió en la capital del Reino Lombardovéneto.
Milán fue uno de los principales focos del nacionalismo italiano. En enero de 1848 los milaneses se levantaron contra los austriacos, en la “Jornada de los Cigarros”, y en la batalla de los cinco días, del 18 al 22 de marzo, los expulsaron. Sin embargo, Milán continúo sometida a la monarquía austriaca hasta 1859.
En 1859 los austriacos se fueron de la ciudad y Milán se incorporó al Piamonte. Poco después, al crearse el Reino de Italia, la capital se instaló en Florencia trasladándose luego a Roma, aunque Milán siguió siendo la capital económica del nuevo estado.
Milán en la actualidad
Milán fue la cuna del fascismo italiano. El 22 de marzo de 1919 Mussolini fundó en Milán sus primeros fascios de combate que iniciaron la lucha callejera y el acoso a la mayoría socialista de la ciudad, el asalto a periódicos obreros y la represión de los comités de las fábricas.
En 1943 se organizó una huelga general en las fábricas de Milán y se constituyó el Comité de Liberación Nacional que ayudó a caer al régimen fascista.
Tras la Segunda Guerra Mundial Milán recuperó su industria convirtiéndose en un gran centro fabril con una gran población obrera, viviendo en sus calles numerosos conflictos políticos y sociales.
Hoy Milán es una gran ciudad con casi siete millones de habitantes en su área metropolitana. Centro industrial, financiero y comercial de Italia y, junto con París, capital de la moda y del diseño mundial.